
Palabra del Día
28 de mayo de 2025
TIEMPO LITÚRGICO
Miércoles VI de Pascua
San Germán de París
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José Luis.

Sumérgete en la riqueza espiritual de la tradición católica con la sección dedicada a la Palabra del día. En la vida de los fieles, la selección diaria de pasajes bíblicos no es solo una práctica ritual, sino un encuentro transformador con la Sagrada Escritura. Cada día, estos pasajes nos invitan a reflexionar, a crecer en la fe y a aplicar sus enseñanzas a nuestras vidas cotidianas.
Descubre cómo la Palabra del día enriquece tu relación con Dios y fortalece nuestra comunidad de creyentes. Desde las misas hasta las devociones personales, este encuentro con la Palabra nos desafía, nos inspira y nos guía en nuestro camino espiritual.
NOTA: Al final de la página encontrarás el archivo con las fechas anteriores.
Miércoles, 28 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 17,15.22—18,1
• Evangelio según San Juan 16,12-15
La escena de Pablo en Atenas es fascinante. No condena ni desprecia la cultura que encuentra, pero tampoco se queda en la superficie. Observa, escucha, y luego encuentra un punto de partida: un altar al "Dios desconocido". Es decir, busca un lenguaje común, un puente. Y desde ahí, les habla del Dios vivo que ha resucitado a Jesús, y que ahora llama a todos a la conversión.
Sin embargo, no todos lo acogen. Algunos lo escuchan con respeto, otros se burlan, pero unos pocos se sienten tocados y comienzan a seguirlo. Pablo no impone; propone. No fuerza; invita. No adapta el mensaje a gusto del público, pero sí lo presenta con sabiduría.
En el Evangelio, Jesús reconoce algo fundamental: no siempre estamos preparados para toda la verdad. El camino del conocimiento de Dios es gradual. Por eso nos promete el Espíritu: un maestro interior, paciente y fiel, que nos lleva paso a paso hacia la plenitud de la verdad, no solo en lo intelectual, sino en lo profundo del corazón.
Aprendamos a:
Dialogar con el mundo desde la fe: Como Pablo, hemos de aprender a leer los signos culturales, descubrir los anhelos espirituales del mundo y anunciar a Cristo con respeto, inteligencia y valentía.
No desanimarnos ante el rechazo: El Evangelio no siempre será bien recibido. Pero no se trata de convencer a todos, sino de ser testigos fieles.
Confiar en el Espíritu Santo: Hay verdades que aún no comprendemos o aceptamos del todo. El Espíritu trabaja en nosotros, sin forzar, pero con constancia.
Buscar la verdad con humildad: A veces creemos tener todas las respuestas, pero el Señor nos recuerda que estamos en camino. El Espíritu no solo nos instruye, también nos purifica, nos libera, nos transforma.
El mundo de hoy no es tan diferente del de Atenas: muchas voces, muchas búsquedas, muchas dudas. Pero también muchas almas que esperan una palabra de vida. Como Pablo, anunciemos con respeto y coraje. Como los discípulos, escuchemos al Espíritu que nos guía. Porque solo en la verdad plena que viene de Cristo encontramos la libertad que da sentido a todo.
Amén.
Martes, 27 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 16,22-34
• Evangelio según San Juan 16,5-11
Pablo y Silas han sido maltratados, calumniados y arrojados a lo más hondo de la cárcel. Humanamente, todo invita al desánimo. Pero ellos hacen justo lo contrario: alaban. No porque el dolor sea bueno, sino porque confían en que Dios puede transformar cualquier situación.
Y así sucede. Un terremoto, símbolo de la fuerza de Dios, sacude los cimientos no solo del edificio, sino del corazón del carcelero. El miedo, el asombro y la fe se abren paso. Lo que parecía una tragedia termina siendo un nacimiento: el de una nueva vida para él y su familia.
En el Evangelio, Jesús habla del Espíritu Santo como quien ayuda a ver con los ojos de Dios. Lo que el mundo considera victoria —la condena de Jesús, por ejemplo— es en realidad derrota del mal. Lo que parece pérdida —la partida de Jesús— es en realidad ganancia: porque desde su glorificación, Él envía al Espíritu que transforma, convence, consuela.
Hoy, las lecturas nos invitan a:
Alabar en medio de la prueba: Como Pablo y Silas, podemos seguir confiando y alabando incluso en la oscuridad. No porque ignoremos el dolor, sino porque sabemos que Dios está presente y actúa.
Dejarse sacudir por Dios: El terremoto que abrió la cárcel puede simbolizar esas sacudidas de la vida que nos despiertan, nos hacen preguntas nuevas y nos llevan a buscar la verdad. No resistamos esos movimientos interiores.
Buscar la salvación como el carcelero: "¿Qué debo hacer?" es la gran pregunta. La respuesta sigue siendo la misma: creer en el Señor Jesús, acoger su palabra, y dejar que transforme nuestro hogar.
Pedir al Espíritu discernimiento: Vivimos en un mundo que confunde la verdad. El Espíritu nos ayuda a ver más allá de la apariencia, a distinguir lo que viene de Dios y lo que no.
Dios puede transformar una cárcel en lugar de encuentro, un castigo en misión, una noche en pascua. El Espíritu nos guía a la verdad, nos convence con la luz del Evangelio, y nos lleva, como al carcelero, de la desesperación al gozo. Que, como él, abramos hoy nuestra casa al Señor y acojamos la salvación con alegría.
Amén.
Lunes, 26 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 16,11-15
• Evangelio según San Juan 15,26—16,4a
En los Hechos, encontramos una escena aparentemente sencilla: un grupo de mujeres reunidas junto al río, orando. En ese pequeño gesto de piedad, Dios actúa con poder. Lidia, comerciante, una mujer abierta, escucha y acoge. Es el Espíritu quien mueve a Pablo a hablar, y quien abre el corazón de Lidia para escuchar. Lo que parecía solo un encuentro casual, se convierte en el comienzo de una comunidad cristiana.
Este episodio nos recuerda que Dios trabaja en lo pequeño, en lo cotidiano. No siempre en grandes milagros, sino en la disposición silenciosa de un alma que escucha.
En el Evangelio, Jesús nos ofrece dos verdades: una consoladora y otra exigente. La consoladora es la promesa del Espíritu Santo, que no solo recordará sus enseñanzas, sino que será el gran testigo de Cristo en el mundo. La exigente es la advertencia del rechazo: habrá momentos en que el seguimiento del Evangelio será motivo de exclusión, incluso dentro de contextos religiosos.
Pero Jesús no nos deja desarmados. Nos prepara para que, cuando llegue la hora difícil, no tropecemos, no desfallezcamos, sino que sepamos que el rechazo no es un fracaso, sino parte del camino del testimonio.
Para llevar estas lecturas a nuestras vidas, debemos:
Como Lidia, abrir el corazón: Estar atentos, incluso en lo ordinario, a la voz de Dios. Un encuentro, una palabra, una oración pueden ser ocasión de gracia si el corazón está dispuesto.
Confiar en el Espíritu Santo: No estamos solos. Frente al miedo o la incomprensión, el Espíritu nos fortalece, nos enseña y nos sostiene.
Ser testigos sin miedo: En la familia, en el trabajo, en la vida pública, nuestra fe puede ser cuestionada. Pero no debe ser ocultada. Como Lidia, como Pablo, somos enviados a sembrar, aunque no siempre veamos frutos inmediatos.
Prepararnos para la dificultad: Jesús nos dice la verdad: habrá oposición. Pero también nos da las armas para resistir: su palabra, su Espíritu y la comunidad.
Lidia representa a todo corazón abierto a Dios. El Espíritu es el protagonista silencioso que guía, consuela y fortalece. Que abramos el corazón como Lidia, confiemos como Pablo, y seamos fieles como los primeros discípulos.
Amén.
Domingo, 25 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 15,1-2.22-29
• Apocalipsis 21,10-14.22-23
• Evangelio según San Juan 14,23-29
El pasaje de los Hechos es un ejemplo admirable de cómo la Iglesia primitiva discernía los caminos del Señor. No se trataba solo de resolver un desacuerdo, sino de custodiar el Evangelio y evitar que se convirtiera en una carga. El resultado es hermoso: unidad sin imposición, libertad con responsabilidad, y la certeza de que el Espíritu guía a la comunidad.
La visión del Apocalipsis nos proyecta al futuro definitivo: una comunidad perfecta, donde ya no hace falta un templo físico porque Dios mismo habita entre su pueblo. No hay oscuridad ni división. Todo resplandece con la gloria del Señor. Pero no es solo una promesa futura, es también un llamado presente: vivir desde ya como piedras vivas de esa ciudad santa.
En el Evangelio, Jesús da la clave: el que lo ama, guarda su palabra. Es decir, el amor no es solo emoción, es fidelidad. Y quien vive así no está solo: el Padre y el Hijo hacen morada en él. Es un templo vivo. Además, promete al Paráclito, el Espíritu Santo, que enseña, consuela, recuerda… y da la paz, una paz que el mundo no puede fabricar, porque nace del amor que habita dentro.
Aprendamos a:
Discernir con el Espíritu: Antes de imponer o dividir, la Iglesia debe, como en Hechos, buscar juntos la luz del Espíritu. También en nuestras familias y comunidades, necesitamos ese mismo discernimiento.
Construir la ciudad de Dios ya desde aquí: Ser Iglesia no es solo esperar el cielo, es vivir como hermanos, con luz, sin muros, acogiendo a todos los que Dios llama.
Dejar que Dios habite en nosotros: Si amamos a Jesús y escuchamos su palabra, no estamos solos. Nuestra vida se convierte en templo donde Dios mora.
Vivir y ofrecer la paz verdadera: En medio del ruido, Jesús nos regala su paz. No es evasión, sino presencia interior que nos permite actuar con serenidad.
La comunidad de Jerusalén, la visión del Apocalipsis y las palabras de Jesús nos revelan un mismo mensaje: el Espíritu construye la unidad, Dios quiere habitar en nosotros, y su paz es nuestro camino. Que aprendamos a escuchar, a amar y a vivir como signos de la ciudad santa que ya comienza en cada corazón abierto a Dios.
Amén.
Sábado, 24 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 16,1-10
• Evangelio según San Juan 15,18-21
En los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo Pablo, Silas y Timoteo se disponen a predicar, pero el Espíritu les cierra puertas. Esta aparente contradicción es una gran lección: no todas las buenas intenciones son el camino de Dios. A veces el Señor nos detiene para llevarnos por rutas que no habríamos imaginado, como el llamado a Macedonia, donde comienza una nueva etapa en la evangelización.
La disponibilidad de Pablo es admirable: no se aferra a sus planes, sino que permanece atento a la voz de Dios. La visión que recibe es expresión de un corazón en escucha.
El Evangelio, por su parte, nos recuerda que seguir a Jesús implica rechazo. No porque seamos odiosos, sino porque el mundo no entiende la lógica del Evangelio, que es entrega, humildad y verdad. Jesús no edulcora el seguimiento: lo presenta con claridad. El odio del mundo es consecuencia de vivir en la luz, y esa luz incomoda a las tinieblas.
Pero en medio de esa adversidad, Jesús consuela: "Yo os elegí". Esta elección nos da identidad y fuerza. No caminamos solos. Como Pablo, somos conducidos por el Espíritu, aunque no siempre lo comprendamos al instante.
Hoy, las lecturas nos invitan a:
Escuchar al Espíritu: A veces nuestros proyectos no prosperan, y en lugar de frustrarnos, podemos preguntarnos qué quiere Dios. Tal vez hay un "Macedonia" esperándonos.
Aceptar el rechazo con serenidad: Ser cristiano no es buscar aplausos, sino ser fiel. El rechazo no es señal de fracaso, sino de coherencia.
Confiar en que Dios abre nuevos caminos: Lo que parece un obstáculo puede ser una oportunidad si dejamos que el Espíritu nos guíe.
Recordar que hemos sido elegidos: No estamos en este camino por casualidad, sino por un llamado que nos sostiene incluso cuando nos sentimos débiles.
Pablo fue a Macedonia porque escuchó. Jesús advierte del odio del mundo, pero nos recuerda que no pertenecemos a él. Hoy, las lecturas nos invitan a vivir con libertad interior: no aferrarnos a nuestros planes, ni temer al rechazo. Basta con saber que somos elegidos y enviados, y que el Espíritu nunca nos abandona.
Amén.
Viernes, 23 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 15,22-31
• Evangelio según San Juan 15,12-17
La primera lectura muestra cómo la comunidad cristiana primitiva no evitó los conflictos, pero supo afrontarlos con madurez espiritual. El envío de una carta, acompañada de personas de confianza, es signo de responsabilidad pastoral. No se trata solo de resolver un problema doctrinal, sino de cuidar los corazones heridos por la confusión.
Lo hacen sin imponer, sino diciendo: "Porque hemos decidido el Espíritu Santo y a nosotros…" (Hechos 15,28). Esto nos habla de una comunidad que discierne con humildad y que pone por delante la comunión.
El Evangelio completa este mensaje con la raíz de todo: el amor de Jesús. No un amor genérico, sino concreto, que da la vida, que crea lazos verdaderos, que llama amigos a los que antes eran siervos. Ese amor no se impone, se ofrece. No se limita a sentimientos, sino que se expresa en decisiones y acciones.
Jesús elige y envía a sus discípulos con una misión: dar fruto que dure. Y ese fruto solo puede nacer del amor. No de normas frías ni de imposiciones, sino del encuentro con Él.
Claves para vivir la Palabra de hoy:
Fomentar la comunicación fraterna: En momentos de dificultad, como la Iglesia de los Hechos, necesitamos dialogar con respeto y claridad, guiados por el Espíritu.
Vivir el amor como Jesús lo vivió: Amar no es solo sentir, es optar por el otro, incluso cuando cueste. Ese amor construye comunidad.
Cuidar el fruto que permanece: El fruto del amor auténtico transforma vidas, sostiene a los demás y deja huella.
Sentirnos elegidos y enviados: Jesús nos llama amigos y nos confía una misión. No somos simples ejecutores de normas, sino colaboradores del Reino.
La unidad de la Iglesia se construye con verdad, pero sobre todo con amor. Un amor que se comunica, que escucha, que se hace amistad y envío. Hoy, más que nunca, necesitamos recordar que no hay misión sin amor, ni comunidad sin comunión. Y que todo comienza cuando dejamos que Jesús nos ame primero.
Amén.
Jueves, 22 de mayo de 2025
Lecturas de hoy:
• Hechos 15,7-21
• Evangelio según San Juan 15,9-11
La Iglesia primitiva vivía un momento clave: ¿debían los no judíos cumplir toda la ley mosaica para ser cristianos? Era más que un debate técnico; era una cuestión de identidad. Pedro recuerda lo esencial: Dios mira el corazón, no la apariencia. El Espíritu Santo se ha manifestado en personas ajenas a la tradición judía. ¿Quiénes somos nosotros para ponerles obstáculos?
Santiago no propone una fe sin normas, pero sí una fe centrada en lo fundamental: evitar el mal y vivir en comunión. Se trata de un equilibrio entre la fidelidad a la tradición y la libertad del Evangelio.
Jesús, en el Evangelio, va más al fondo aún: todo se resume en permanecer en su amor. Esa es la raíz de toda ley, de toda misión, de toda verdadera comunidad. Quien ama como Jesús, quien vive unido a Él, camina en la voluntad del Padre.
Aplicándolo en nuestro día a día, debemos:
Ser una Iglesia abierta y acogedora: Como Pedro y Santiago, estamos llamados a discernir qué es esencial y qué puede ser dejado atrás para que otros encuentren a Cristo sin tropiezos innecesarios.
Permanecer en el amor de Cristo: No se trata de un amor sentimental, sino de una decisión diaria de amar como Él amó, con entrega y paciencia.
Buscar la alegría que nace del amor: Jesús promete su alegría a los que permanecen en su amor. No una alegría pasajera, sino profunda y duradera.
No imponer cargas innecesarias: En la vida pastoral, en nuestras familias, en nuestra comunidad, debemos ayudar a los demás a acercarse a Dios, no alejarlos con exigencias que no nacen del Evangelio.
La Iglesia crece cuando se abre al soplo del Espíritu y se deja guiar por el amor. Pedro, Santiago y Jesús nos lo recuerdan hoy: no hay mayor ley que el amor, ni mayor alegría que la de permanecer en Cristo. Que esa alegría sea nuestra fuerza, y que sepamos transmitirla a los que se acercan buscando a Dios.
Amén.
© La Biblia te Habla 2024